miércoles, 13 de abril de 2016

55 años no es nada.......

Después de 55 años algunas cosas han empezado a tomar sentido. 

Ya sé que puede parecer mucho tiempo, pero que queréis, tampoco soy un tipo demasiado inteligente. He tardado 55 años en darme cuenta que mientras jugaba era feliz. Y lo que es peor, he tardado 55 años en comprender que solo fui feliz mientras jugué. Supongo que era el único momento en el qué la realidad era tal y como yo deseaba. El único momento en que podía dejar de ser aquello que intentaba ser y ser yo mismo. La persona que era, sin trampa ni cartón. En aquel pequeño vestuario estaba mi verdadero mundo. Aquellas personas que me rodeaban, eran mi verdadera familia, mis hermanos. Aquella áspera camiseta azul era mi verdadera piel, lo que me hacía igual a los otros. Aquello que me protegía y me alentaba. 

Aún hoy, de vez en cuando, sigo soñando que sostengo el viejo balón oval y hago que gire entre mis dedos cubiertos de esparadrapo. Revivo esa extraña liturgia de iniciación previa al partido. Recuerdo como comenzaba a golpearme rítmicamente el pecho con el balón. Suavemente al principio, aumentando progresivamente la cadencia de los golpes, hasta llevarlo a la violencia, al dolor. Rememoro esos viejos ritos de embrutecimiento como una extraña metamorfosis. Nos convertíamos a golpes, como si nos forjásemos en aquella suerte de fragua que era el vestuario.............. 

Después de 55 años, he conseguido entrever que en ningún otro lugar del mundo fui más feliz que en la segunda línea de mi equipo de rugby.