jueves, 12 de mayo de 2016

En la playa...............

Recupero esta entrada de mi anterior blog, escrito hace casi seis años. Desgraciadamente para mi vuelve a tener plena vigencia.......

Que bonito suena, verdad?. Pero no, no es a esa playa a la que me refiero, no es esa playa en la que todos, o casi todos, pensamos en estos momentos ya casi vacacionales.

Los que trabajen en una empresa del sector de las Tecnologías de la Información o Desarrollo y Consultoría de Software, eufemísticamente hablando, más conocidas como “cárnicas” por los que trabajamos en ellas, sabrán a que me refiero. “Ir a la playa” o “Ir a la pradera”, son términos usados para referirse a la situación en la que te encuentras al estar desasignado de un proyecto. Es decir, no pueden colocarte en ningún cliente y te mandan para la oficina.

En otros tiempos, está fue una situación esporádica y temporal, de pasar unos días de ajuste entre la salida de un proyecto y la entrada en otro. Pero hoy en día, desgraciadamente, se ha convertido en una situación mucho más habitual y que conlleva nuevas situaciones, al alargar los periodos del mal llamado “Paro Técnico”.

Para mi suerte, o desgracia, yo trabajo en una empresa mediana del sector, que puede permitirse el lujo de aguantar a algunos recursos durante algún tiempo en espera de futuros contratos. Pero conozco otros casos, de empresas más pequeñas, en los que se ha obligado a tomar vacaciones para aprovechar lo días de paro o, directamente, se ha despedido a los profesionales. Siempre es una buena decisión deshacerse de lo que ya no te vale, sobre todo de la carne, que se estropea enseguida.

Al principio llegas a la oficina con la intención de pasar unos días cómodos entre proyectos. Tienes la idea de olvidar el estrés del proyecto que acabas de dejar y tomar fuerzas para empezar en un nuevo proyecto, en una nueva ubicación y con nuevos compañeros y clientes. Pero no dejas de pensar en la situación real de precariedad en la que te encuentras. Si empiezan a pasar los días y no sucede nada, no hay solicitudes para ti, solo la monotonía de leer el periódico por Internet, las cosas empiezan a complicarse. Tu autoestima empieza a bajar enteros y la posibilidad del despido se acerca. Y os puedo asegurar que en mi empresa esa posibilidad es muy, muy real. Empiezas a oír ese constante machaqueo del “eres muy caro” o “tu carácter es complicado” o cosas similares, dichas por las personas que deberían solucionar esta situación pero que su escasa capacidad dista mucho de poder hacerlo y es mucho más fácil culpar al profesional que admitir su propia incompetencia. En fin, vienes con la idea de unos días de descanso y terminas con una úlcera de aguantar los nervios.

Hoy es mi primer día de playa, veremos si no termino quemado por el sol.......

miércoles, 13 de abril de 2016

55 años no es nada.......

Después de 55 años algunas cosas han empezado a tomar sentido. 

Ya sé que puede parecer mucho tiempo, pero que queréis, tampoco soy un tipo demasiado inteligente. He tardado 55 años en darme cuenta que mientras jugaba era feliz. Y lo que es peor, he tardado 55 años en comprender que solo fui feliz mientras jugué. Supongo que era el único momento en el qué la realidad era tal y como yo deseaba. El único momento en que podía dejar de ser aquello que intentaba ser y ser yo mismo. La persona que era, sin trampa ni cartón. En aquel pequeño vestuario estaba mi verdadero mundo. Aquellas personas que me rodeaban, eran mi verdadera familia, mis hermanos. Aquella áspera camiseta azul era mi verdadera piel, lo que me hacía igual a los otros. Aquello que me protegía y me alentaba. 

Aún hoy, de vez en cuando, sigo soñando que sostengo el viejo balón oval y hago que gire entre mis dedos cubiertos de esparadrapo. Revivo esa extraña liturgia de iniciación previa al partido. Recuerdo como comenzaba a golpearme rítmicamente el pecho con el balón. Suavemente al principio, aumentando progresivamente la cadencia de los golpes, hasta llevarlo a la violencia, al dolor. Rememoro esos viejos ritos de embrutecimiento como una extraña metamorfosis. Nos convertíamos a golpes, como si nos forjásemos en aquella suerte de fragua que era el vestuario.............. 

Después de 55 años, he conseguido entrever que en ningún otro lugar del mundo fui más feliz que en la segunda línea de mi equipo de rugby.